Vamos a mojarnos con la lluvia

 

Vamos a mojarnos con la lluvia

vamos a lavarnos nuestra cara

vamos a sentir como cada gota

al caer se lleva un mal sabor de nuestra boca.

Vamos a mojarnos con la lluvia

que se lleve gota a gota los problemas

esos que son de hoy, de este momento

los que sabemos que no duran la vida entera.

Vamos a mojarnos con la lluvia

así no se verán nuestras lágrimas

las que no dejamos que otros vean

cuando nos miran a la cara.

Vamos a salir, nos vamos a mojar te lo aseguro

qué pasará después, no sé

la vida a veces necesita que te lances así

con puños cerrados y sin certezas de lo que va a venir.

El cuerpo se moja y se moja también el alma

vamos a dejar, querida Flavia, que nos caiga el agua

¿Cuál será el apuro de estar secos?

Si sabemos que el aguacero lo llevamos dentro.

Mi niña valiente

Hola Flavia,

Por allá por abril 2020, cuando nuestro mundo se redujo a cuatro paredes y un pequeño patio, cuando el día y la noche parecían no tener diferencia y que salir de la cama significaba vencer la pesadez que se sentía por todo el cuerpo. Empezamos a pintar tubitos de papel como la súper actividad de los fines de semana, la comida que podíamos comer era incierta dependíamos de lo que consiguiéramos con los contactos que teníamos a la mano, recuerdo cuando no encontrábamos pimientos que sentí miedo al no encontrar pimientos y solo me imaginaba cómo sería vivir una guerra.

En los momentos oscuros dónde para mantenernos todos cuerdos instauramos Movie nights en la casa los viernes y le dábamos rienda suelta al azúcar, reemplazamos los domingo donde los abuelos por llamadas de Zoom y al acostarnos nos tomábamos las manos sabiendo que nos teníamos a los tres.

Allá en esos meses oscuros que tú seguiste siento nuestra luz y nuestra esperanza, no sé si lo recuerdas Flavia pero cada noche rezábamos y pedíamos a Dios que guíe el camino de los científicos y doctores para que las vacunas lleguen lo más pronto posible, para que esta pesadilla se acabara pronto. 

Aquí estamos hoy, tú con tus dos dosis. Tú, la única que faltaba de nuestra familia. Estamos hoy un pasito más cerca a que el miedo, que aún me acoge, disminuya. Saber que desde hoy si nos da coronavirus (que puede suceder a pesar de todos nuestros cuidados) no vamos a morir. Hoy sé que no fuimos los únicos que lo pedíamos con FE todas las noches y aquí estamos. Confiando en la ciencia y en nuestras doctoras favoritas.

Los cuidados seguirán siendo los mismos, pero sé que mi corazón desde hoy va un poco más ligero. 

Tu mami.

Cuatro

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Mi Flavia adorada, ¡feliz vuelta al sol!

Lo americanos utilizan la frase “count your blessings” cuando se refieren a que deberíamos ser agradecidos por lo bueno que hay en nuestras vidas y no fijarnos únicamente en lo que no sale como hemos querido. También en algunas canciones o películas hay quienes les dicen a sus seres amados “When I count my blessings, I count you twice”, queriendo decir que si tengo que mencionar o agradecer lo bueno en mi vida, te contaría dos veces, porque una no sería suficiente. Así me siento yo cada vez que pienso en ti, sobre todo cómo nos has hecho mejores y nos has dejado ver en el camino lo mucho, muchísimo que tenemos que agradecer todos los días.

Son cuatro años ya, que nos levantamos y nos acostamos mirándote, leyéndote cuentos, sorprendiéndonos de la persona que eres y lo que aprendes. Nos haces tanto bien pequeña, espero que sientas que te hacemos bien también.

Ser agradecidos Flavia, por lo que tenemos, porque nos tenemos y porque tenemos a nuestro lado a gente que nos quiere y nos cuida. Que se sonríen de verdad cuando nosotros sonreímos y que cuando algo nos duele o nos sorprende, también lloran y sienten nuestro dolor como si fuera de ellos y encuentran ahí palabras para sostenernos. No todo el mundo es tan afortunado como nosotros en tenerlo y por eso hay que agradecerlo y cuidarlo todos los días.

Quisiera que sepas por ejemplo que yo agradezco que si mañana ya no estoy, conocí el amor en todas sus formas: Con unos padres que han sabido hacerme sentir amada siempre y que me dejaron entender la importancia de los límites y de vivir cada etapa en su momento; con una familia que cuando pienso en quienes son siempre los veo como mi support crew y que han compartido conmigo cada momento especial celebrando los logros y las felicidades y también compartiendo mis dolores y preocupaciones; con un esposo que decirle maravilloso es poco y que me ha hecho ver cómo el amor todo lo puede y cuando no puede más encuentra la forma de multiplicarse para ser siempre suficiente; contigo hija, una persona que quiero cuidar y ver reír todos los días, que me sorprende con su memoria y su timbre de voz y que me dice que tengo que engordar mi brazo para que puedas dormir en él y finalmente, pero no menos importante cuento con amigos que son como familia a quienes puedo acudir siempre por una copa de vino, por unas palabras de aliento o por cualquier cosa.

Por tus 4 años quisiera que te quedes con esta carta y con mi inquietud de sembrar en ti conciencia de que todo lo que tenemos, material, espiritual, familiar puede estar o no mañana. Que nada ni nadie es para siempre y por eso debemos compartir, disfrutar, aprovechar, agradecer y saber que si vamos a pedir debemos estar dispuestos a dar el doble, porque para eso vinimos a este mundo.

Te amo

Tu mami

Verte Crecer

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Querida Flavia,

Este año comenzaste una nueva etapa, y nosotros junto a ti también.

Verte crecer es un regalo enorme que nos han dado, hoy te vas a tu nuevo colegio, a un colegio grande a aprender nuevas cosas y yo tengo el corazón diminuto y el útero contraído.

¿Cuándo pasó? ¿Cuántos momentos son los casi 4 años en la vida de una madre? ¿Cómo se miden los momentos y los pequeños logros que vemos día a día que vas alcanzando?

Creo que es la primera vez que siento que pierdo un poco de control y que tú vas apoderándote de tu independencia y aunque siempre fomentaremos tu libertad es difícil entender y aprender a vivir en esta dualidad, para la mayoría de los padres me imagino, de soltar y de retener para cuidar, solo pedimos a ustedes nuestros hijos que nos entiendan.

Siento que este es el primer día del resto de tu vida, que poco a poco dentro de ti se irá construyendo la persona que vas a ser. Puedo sonar ridícula, pero siento que este es el primer día del resto de tu vida y ver ese lienzo en blanco que vas a colorear con todo lo que vas a vivir me crea un hueco enorme en el corazón pero también una ilusión gigante de saber en quién te vas a convertir, ¿qué se quedará? ¿que se hará mejor en ti?

Solo puedo pedir y tratar de que tu alma mientras madure se mantenga buena y amorosa como lo es hoy.

Quiero que sepas que no tomamos nada por sentado, cada paso tuyo, cada logro y cada fracaso estamos junto a ti para guiarte en lo que podamos y para consolarte cuando sientas que hay cosas más fuertes que tú pero también hacernos a un costado cuando sepamos que el aprendizaje debes hacerlo tú sola. Perdóname las lágrimas, perdóname el nudo en la garganta, pero esto que siento por ti y la ilusión que me da verte crecer a veces es más fuerte que yo.

Hoy también comenzamos una nueva tradición en nuestra pequeña familia, cada inicio de clases buscaremos regalarte un libro que podamos leer en las noches en casa, algo que adicional a todo lo que vayas a aprender, te alimente el corazón y nos permita tener algo más de qué conversar y compartir. Este año elegimos El Principito y aunque creo que Mickey Mouse y Twilight Sparkle van a seguir ganándole la posta en las noches, pienso que el día que podamos leerlo en familia va a ser un gran día y de seguro lo vas a amar tanto como nosotros.

Te amamos nuestra niña grande. Buen viento y buena mar.

La casa en que naciste

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Hola Flavia,

Tiempo sin escribirte. Qué mal hábito el mío, no lograr construir nuevos.

Hoy quería contarte un cuento, de esos como los que te gusta leer en las noches antes de dormir. Le pondré un par de fotos para que nos recuerde a ambas cómo los gráficos te llaman tanto la atención, tanto que a veces nos quedamos en la misma página momentos largos riéndonos, como la del Pato Donald con los limones que se le cayeron.

El cuento que quiero contarte no comienza con un Había una vez porque como todas mis cartas a ti se trata de cómo nos vamos construyendo y guiando ambas.

Solamente creciendo nos podemos dar cuenta lo lindo que es poder llegar a nuestra casa. Ese lugar en donde andar en pijama todo el día está permitido y que encierra tantos detalles, historias y momentos maravillosos volviendo esas cuatro paredes y techo, un hogar.

El día en que tu papá y yo nos casamos, nos fuimos a nuestra casa a dormir y desde ese día comenzamos a construir nuestro hogar y cómo en mis votos a él ese mismo día, en dónde le contaba un poco todo lo que quería para nosotros en el futuro, le dije: “Nos deseo silencios (que son tan necesarios), sólo para que un día sean llenados con la risa de los hijos corriendo por nuestra casa”. Y así fue y así sigue siendo. Llenas todos los silencios mi pequeña.

La noticia de tu venida nos tomó por sorpresa un domingo en la noche, la cara de emoción de tu papá nunca la olvidaré y de seguro él no olvidará la desesperación que se apoderó de mi pensando en qué aventura nos estábamos embarcando y qué iba a hacer yo siendo MAMÁ. Yo, que aún me tropiezo con mis propios pies, pasé en shock los nueve meses y aún siento a veces que no tengo mayor idea de qué estoy haciendo (peor si es que lo estoy haciendo bien). Pero así vamos, tu aprendiendo a ser y yo también.

La casa te recibió con una cuna color pino y un cuarto pintado por tu papá, tu tío Ernesto y yo de un verde agua lindísimo y decorado con animalitos. Tenía una mecedora que sería nuestra mejor amiga durante largas horas de lactancia y algunos muebles más que complementaban lo que sería necesario para pues, sobrevivir a ti.

Allí aprendiste a caminar hasta llegar a corretear a Rania, subiste y bajaste sus escaleras poniéndonos los nervios de punta, abrías y cerrabas las puertas, ibas con un carro a la velocidad de la luz de un extremo al otro y nos acompañaste varias veces a cocinar. Te caíste, te levantaste, comiste, te enfermaste, te sanaste, te dormiste, te levantaste (todas) las madrugadas y tantas tantas cosas más que no caben en esta carta pero que nos llenarán para siempre el corazón.

El cuarto de televisión de tu papá se volvió tu cuarto de juegos, ese lugar sagrado para él en el que estaba “prohibido bailar” pero en el cual los tres llegamos a cantar a todo pulmón La Vaca Lola y el Sapo Pepe.

Alrededor del mesón de la cocina que no entraban más de tres personas, llegamos a estar casi veinte conversando y riendo, celebrando alguna ocasión especial o el simple hecho de estar juntos.

La casa que se construyó y que en los cimientos se quedó con medallitas de San Benito y unas cuantos centavos, según una fórmula entre esotérica y católica que se le ocurrió a esta loca que te escribe, nunca fue pensada con el ESPACIO que una personita como tú necesita y nos quedó muy chiquita muy pronto. Esa casa es ahora de una pareja que apenas entró a conocerla la amó tanto como nosotros la amamos y nos partió el corazón al venderla.

La casa en la que naciste ya no es nuestra, pero me gusta pensar que nuestro hogar sigue intacto. Es ese el que seguimos construyendo día a día, juntos siempre y avanzando.

Te amo,

Tu mami

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Me quedo contigo, sana y salva

Querida Flavia, 
No te he escrito hace mucho, no por falta de cosas que contarte sino realmente falta de tiempo. Desde que terminó el año hasta ahora no hemos tenido mucho descanso que digamos. 

Esta semana caíste enferma y terminan mos en el hospital por cuatro largos días. Verte con vías en el brazo y cables que salían por todos lados ha sido algo muy duro para toda la familia, apenas tienes un año ocho meses. 

Que fea forma de volver a escribirte, que feo que este sea el motivo. Discúlpame por eso. 

Es un poco paradójico ¿sabes? pasar todo este tiempo encontrando diferentes formas de decirte que “no” sin decirte “no”, maneras de enseñarte cómo hacer las cosas sin imponernos, de agacharnos para darte explicaciones hasta de lo más mínimo. Para que llegue de repente un virus de la nada que nos obligue a sostenerte la cabeza mientras gritas cuando te toman los rayos X, a hacerte peso con mi cuerpo con cada cambio de medicina. Año ocho meses tratando de que nada sea un trauma que se fueron a la basura en tan solo cuatro días. 

Por el lado positivo tienes padres maduros y con un autocontrol enorme: No matamos a ninguna de las enfermeras que te sacaron sangre ni a las que te hacían las nebulozaciones. 

Dejando de lado lo que quisiéramos olvidar, me gustaría contarte con lo que me quedo de esta experiencia: 

Como los abrazos de pasillo; no solo los nuestros sino también los de las otras familias, dicen tanto en momentos en que las palabras sobran. Me quedo con el encuentro fortuito con personas que conocemos ¡Qué rico que es encontrarte con una cara familiar y recibir un sincero “¡qué se recupere pronto!”

Nos quedamos sin duda con el apoyo de toda nuestra familia (qué sería de nosotros sin ellos) y con los mensajes de amor y preocupación de todos los que estuvieron pendientes. 

Me quedo contigo en mi pecho y con los upa mami; con la explicación al hospital de “ella nunca durmió en cuna, no le gusta, no va a dormir ahí” en nuestro intento fallido por que te cambiaran a una cama, solo logramos terminar los tres durmiendo en el sofá cama. Me quedo con las lágrimas de alivio y con la fortaleza que no se aún de dónde la sacamos tu papi y yo. 

Me quedo con el trámite de la salida (el proceso más hermoso que jamás me haya tocado hacer), con la seguridad de que alguien nos cuida y de que el instinto materno es real. 

Al hospital Roberto Gilbert le doy las gracias eternas por el cuidado, los juegos y las risas que compartimos a pesar de la preocupación, también un enorme agradecimiento a la enfermera Kathy por haberte sacado las vías mientras dormías, sin ni siquiera despertarte. De todo corazón les expreso, mi enorme deseo de no volver nunca más.  

Antes de que me olvide Flavia, te digo que me quedo con el amor que todo lo puede y sobretodo, que todo lo sostiene. 
Te amo, 

Tu mami 

Ser mamá de una niña

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Querida Flavia,

Me he demorado un poco en volverte a escribir, no creas que no te he tenido presente. El tema es que he tenido este post en mi cabeza, lo he escrito y reescrito y se me ha hecho muy difícil encontrar la forma de terminarlo.

Lo que ha pasado querida Flavia, es que me ha llegado una angustia terrible, un dolor en el corazón cuando te veo crecer y cuando por otro lado veo lo mal que se porta el mundo con las niñas y mujeres.

Por eso decidí listarte lo que significa para mi ser tu mamá y la responsabilidad que siento que tengo al ser mamá de una niña:

Primero contarte que para mi es asombro y agradecimiento con la naturaleza al encontrar pequeñas cosas mías, muchas cosas de tu padre y otras tantas que no tengo idea de dónde salieron en una persona diminuta como tú.

Ser mamá de una niña es tener por siempre una voz en mi cabeza que me cuestiona si estoy o no siendo el mejor ejemplo para ti, si estoy o no haciendo lo que es mejor para ti.

Es sufrir cuando me encuentro a niñas-madres a mi alrededor. Duele en lo más profundo de mi ser no conocer su historia pero saber lo que están dejando de lado para ser la mejor mamá que puedan ser, porque Flavia, si logro parafrasear bien a Emma Watson la madurez llega sola y si te arriesgas a perder niñez, esta nunca más volverá y no hay forma de reparar ese daño.

Ser mamá de una niña es sentir que se te retuerce el útero cuando te encuentras con noticias del mundo de hombres que quieren ser (o ya lo son) Presidentes y no les importa menospreciar ni jactarse de ser irrespetuosos de las peores formas posibles con una mujer, es temer que se te cruce en cualquier momento de tu vida un hombre así y no haber podido ser tu luz guía para que puedas diferenciarlo entre la multitud.

Es entender que los miedos se adquieren con el paso del tiempo y, al verte tan arriesgada y tan suelta, no querer pasarte los míos (ni los más tontos, ni los más oscuros). Es entender que debo ser una VOZ fuerte y que eso es ir más allá de escribir en mis muros #niunamenos (aunque al hacerlo igual tenga un hueco en el alma por todas las que ya no están aquí), para que tu no temas alzar la tuya ante cualquier injusticia o abuso, en cualquier grado y viniendo de quien sea.

Me has cambiado la vida querida hija, ser tu mamá es algo realmente increíble para lo que no me siento preparada del todo, pero que voy aprendiendo día a día entre lecturas Montessori e instinto maternal. Tú sigue siendo nuestro combustible, nosotros seremos siempre un lugar seguro para ti. Porque sobretodo para mi, ser mamá de una niña es cambiar a veces la trama de los cuentos, pero nunca cambiar los finales felices.

Te amo,

Tu mami.

 

Desacelerar el paso

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Querida Flavia,

Me encontraba llegando de Quito una noche, sentada mirando a la gente que hace esta fila eterna e innecesaria para poder salir del avión cuando aún no se abren las puertas, esperando que comience a moverse para poder inmiscuirme dentro de ella y correr lo más pronto posible al carro, arrancar y llegar a casa a verte.

Estaba ahí, entre aburrida y desesperada y la conversación de una mamá con su hija en las filas de adelante me entretuvieron un rato. La nena, posiblemente de unos 3 años le preguntaba todo a su mamá y esta le respondía siempre de la forma más simple y tierna.

Yo me conozco y lo que te voy a contar de repente ya lo conoces tú también: mis piernas largas, mi paso apresurado y mi cara de pocos amigos hacen que el camino se abra y que pueda avanzar más rápidamente que el común de las personas. Esto ha sido una constante en mi vida y a veces de reojo alcanzo a ver cómo me miran las personas que van más despacio, sobre todo aquellos que caminan en el centro del carril y al ser rebasados por este bólido que rebuzna de la desesperación por su lentitud, simplemente niegan con la cabeza en desaprobación. No me importa mucho, mi objetivo final es llegar a casa a disfrutarte unas cuantas horas antes de que tengas que irte a dormir.

En este apuro y consciente de que me esperaba un tráfico infernal, me encontré nuevamente con esta mamá e hija. La madre arrastraba una maleta con ruedas y al hombro llevaba una mochila de unicornio. Alcancé a escuchar que le cantaba una dulce melodía a su nena quien iba agarrada de su pantalón El tren de la Vero hace chu chu chu, fue algo de lo que recuerdo haberles escuchado. Esta escena me frenó, no quería asustar a Vero ni interrumpir el momento entre ellas, la mamá iba al paso de la hija y yo traté de pasarlas lo menos intrusiva posible. No quería que Vero se asuste y tampoco quería interrumpir ese momento de juego entre las dos.

Sonreí y creo que hasta lancé una pequeña carcajada, los hijos tienen esta maravillosa cualidad de hacernos desacelerar el paso, a veces incluso creo que congelan para siempre momentos en nuestros pensamientos. Comen más lento, se distraen con mayor facilidad y por eso la paciencia, que es un don divino, se multiplica por ustedes.

Flavia, el tiempo pasa tan rápido. En unos días vas a tener un año y solo quiero disfrutarte cada segundo que podamos estar juntas. Hazme ir más despacio, no tengas miedo en recordármelo si alguna vez la palabra “apúrate” sale muy seguido de nuestra boca. No quisiera que sientas, por lo menos no por parte de nosotros, que tienes que ir al paso de este mundo que no se detiene por nada. Nosotros siempre podremos parar el mundo por ti.

Te amo,

Tu mami

Mi mejor amiga. Parte 1

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Querida Flavia,

Cuando naciste una amiga me dio una tarjeta felicitándome, en la cual me puso “acabas de conocer a tu mejor amiga”. Me acuerdo tanto de esta frase no solo porque era diferente sino porque en el fondo afianzaba el mayor de mis miedos con respecto a la maternidad, esta realidad de “para siempre” que me aterra(ba).

Mi amiga, Katherine, tiene una hija un poco mayor que tú y se llama Rafaela. Ella trabaja conmigo y cuando me cuenta las cosas que dice y hace su nena, las conversaciones que tienen y las salidas de solo chicas me dan mucha ternura y espero con ansias que esos momentos nos lleguen a nosotras también. Ellas tienen obviamente una diferencia de edad significativa, como la tenemos también tú y yo pero lo lindo es ver como su amistad es más grande que ellas y es un vínculo tan fuerte como el de ser mamá e hija.

Estoy segura que creciendo me vas a contar de las mil mejores amigas que tienes, conforme vayas creciendo vas a ir viendo cómo tus círculos se van a ir abriendo y también que el tiempo, las circunstancias, las buenas y malas decisiones te van a cambiar a ti y a tus amistades. Te vas a dar cuenta que las personalidades de tu BFFs de la escuela no se parecen mucho a las de la universidad, ni a tu mejor amiga dentro de tu propia familia; también cómo incluso tú eres diferente con unas u otras pero qué importantes que serán todas en tu vida. Mi único consejo es que no las tomes a la ligera, las verdaderas mejores amigas llegan para completarnos en muchísimos ámbitos importantes de nuestras vidas. Por cómo nos cambian y por cómo nos aportan es que puedo asegurarte que serán las que duren para toda la vida.

Hoy por hoy te veo en tus clases de natación y cómo peleas para no salir del agua. Verte así me recuerda a cuando eras chiquitita, te llevaba en mi barriga y me acompañabas temprano en las mañanas a disfrutar de unos cuantos metros. ¡Qué ganas tengo de vernos ya compartiendo el carril! Luchando ambas para madrugar, conversando y riéndonos.

Te conozco de toda tu vida y sin embargo no dejo de asombrarme de cómo la naturaleza puede ser tan perfecta. Esta carta es la “parte 1” de no sé exactamente cuántas partes. De seguro tendremos muchas más historias y compartiremos muchos más amores como el café y Adam Levine (y sí el amor por tu papá también).

No me imaginé que nuestra amistad podía comenzar siendo tú tan chiquita. ¡Qué acertadas fueron las palabras de Katherine y qué errado mi miedo! Que Dios nos de vida para ver esta amistad transformarse y madurar hasta convertirse en algo más grande que tú y yo y para que logremos hacer que cada minuto juntas cuente. Ser tu mamá es hermoso (cansado, muy cansado, pero hermoso) y este continuo aprendizaje en el que me has embarcado me llena de alegría a diario. Espero que me necesites para completar algunas partecitas tuyas, tanto como has llegado tú a completar muchas de mías.

Te amo,

Tu mami

Tu primera palabra

Querida Flavia,
¡Hablaste! Llegamos a la casa y hablaste, te puse en el piso y no dejabas de hablar.

Entre balbuceos se podía rescatar una que otra palabra clara; entre tus picos agudos un nombre clarísimo que me llenó de emoción. Fue realmente emocionante, no pensé que me iba a emocionar así y que el corazón me iba a latir con tanta fuerza. No quería que pares, quería grabarlo para no perderme ni un minuto de esta nueva gracia tuya. Estábamos en la casa con Rania y así de repente las tres, nos pusimos a conversar.

Aún para mí es un misterio la razón por la cual llamamos gracias a estos comportamientos comunes de los bebés, me gusta pensar que les decimos así por lo agradecidos que nos sentimos sabiendo que el crecimiento de nuestros hijos va por buen camino.

Ya hablas, te ríes y te quedes parada unos segunditos sin sostenerte de nada. Luego caes, vuelves a intentarlo y nunca dejas de reír. Te veo tener estos pequeños logros y cómo te emocionan cuando los alcanzas, cómo los repites hasta perfeccionarlos. Es como si encontraras desde ahora divertido el aprendizaje, yo solo espero que sea así siempre pequeña.

Tienes una voz hermosa y la amo. Posiblemente el tiempo la cambie pero estoy segura que seguirá siendo hermosa; ronca y dulce a la vez. Cuando de repente pegas un grito, llamas la atención de todos en la habitación y me llevas a pensar mil accidentes por minuto. Pero tienes una voz que importa y lo sabes desde pequeñita. Que esto nunca cambie tampoco por favor.

Nos levantamos al siguiente día y seguías conversando, todo lo decías con sílabas diferentes y repetías el nombre que tanto te ha llamado la atención, que tanto persigues cuando gateas, a quien primero buscas cuando te levantas.

Hablaste Flavia, y no puedo dejar de asombrarme de lo rápido que creces, cómo me has cambiado, cómo nos has cambiado y lo feliz que me ha hecho que lo primero que hayas dicho sea Rania. Recordándome que somos una familia de cuatro y que aunque a veces no te de mucha bola tu hermana perruna, el amor que sientes por ella es enorme en tu pequeño corazón.

Yo que soy testigo de cómo la miras y la sigues (aún sin conocer tu nivel de conciencia) sé que sabes que ella es diferente y que eso no importa para amarla. 

Nos recuerdas la inmensa responsabilidad que tenemos tu papá y yo de no permitir que eso cambie nunca en ti.

Te amo, tu mami.