Desacelerar el paso

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Querida Flavia,

Me encontraba llegando de Quito una noche, sentada mirando a la gente que hace esta fila eterna e innecesaria para poder salir del avión cuando aún no se abren las puertas, esperando que comience a moverse para poder inmiscuirme dentro de ella y correr lo más pronto posible al carro, arrancar y llegar a casa a verte.

Estaba ahí, entre aburrida y desesperada y la conversación de una mamá con su hija en las filas de adelante me entretuvieron un rato. La nena, posiblemente de unos 3 años le preguntaba todo a su mamá y esta le respondía siempre de la forma más simple y tierna.

Yo me conozco y lo que te voy a contar de repente ya lo conoces tú también: mis piernas largas, mi paso apresurado y mi cara de pocos amigos hacen que el camino se abra y que pueda avanzar más rápidamente que el común de las personas. Esto ha sido una constante en mi vida y a veces de reojo alcanzo a ver cómo me miran las personas que van más despacio, sobre todo aquellos que caminan en el centro del carril y al ser rebasados por este bólido que rebuzna de la desesperación por su lentitud, simplemente niegan con la cabeza en desaprobación. No me importa mucho, mi objetivo final es llegar a casa a disfrutarte unas cuantas horas antes de que tengas que irte a dormir.

En este apuro y consciente de que me esperaba un tráfico infernal, me encontré nuevamente con esta mamá e hija. La madre arrastraba una maleta con ruedas y al hombro llevaba una mochila de unicornio. Alcancé a escuchar que le cantaba una dulce melodía a su nena quien iba agarrada de su pantalón El tren de la Vero hace chu chu chu, fue algo de lo que recuerdo haberles escuchado. Esta escena me frenó, no quería asustar a Vero ni interrumpir el momento entre ellas, la mamá iba al paso de la hija y yo traté de pasarlas lo menos intrusiva posible. No quería que Vero se asuste y tampoco quería interrumpir ese momento de juego entre las dos.

Sonreí y creo que hasta lancé una pequeña carcajada, los hijos tienen esta maravillosa cualidad de hacernos desacelerar el paso, a veces incluso creo que congelan para siempre momentos en nuestros pensamientos. Comen más lento, se distraen con mayor facilidad y por eso la paciencia, que es un don divino, se multiplica por ustedes.

Flavia, el tiempo pasa tan rápido. En unos días vas a tener un año y solo quiero disfrutarte cada segundo que podamos estar juntas. Hazme ir más despacio, no tengas miedo en recordármelo si alguna vez la palabra “apúrate” sale muy seguido de nuestra boca. No quisiera que sientas, por lo menos no por parte de nosotros, que tienes que ir al paso de este mundo que no se detiene por nada. Nosotros siempre podremos parar el mundo por ti.

Te amo,

Tu mami